
Marketing efímero: fugacidad y eficacia
Si parpadeas, te lo pierdes.
Sin llegar a ese extremo, sí que parece claro que el valor de lo efímero es cada vez más acusado. Así nos lo dicen, al menos, Snapchat, Instagram y ahora Facebook. La primera de esas aplicaciones apostó por los vídeos que desaparecían sin dejar rastro (o casi). El éxito de una propuesta aparentemente tan simple ha llevado a sus competidores a lanzar ideas similares, a los usuarios a aceptarlas con naturalidad y a las marcas, claro, a utilizarlas en su propio beneficio.
El vídeo no ha dejado de crecer en los últimos años en este tipo de vídeos, y la tendencia ahora está en piezas cortas y, sobre todo, fugaces. Las ‘historias’ que podemos publicar ahora en Facebook tienen una caducidad de 24 horas. Visto y no visto. Una característica, esta de la brevedad en el tiempo, que da pie a contenidos diferentes a los ideados para campañas perdurables y abren la puerta a una forma distinta de abordar y convencer al usuario.
También dan pie, y esto quienes los manejan lo saben bien, a una mayor viralización a través de los propios usuarios, que se convierten así en embajadores de las marcas.
Ya sabéis, lo efímero vende.
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