¿Qué está pasando con los youtubers?

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¿Qué está pasando con los youtubers?

En solo unos años, las noticias protagonizadas por youtubers han pasado de la extrañeza (¿quiénes son y por qué gustan tanto a las nuevas generaciones?) al asombro por sus gestas digitales (elRubius alcanza los 12 millones de seguidores) hasta entrar de lleno en el terreno de la polémica y hasta el posible delito.

Varios episodios suficientemente difundidos en los últimos meses tienen como elementos comunes a uno de estos profesionales de Youtube con una legión de suscriptores, una conducta que se mueve entre la broma, la transgresión y la ofensa y unas consecuencias que, probablemente, no habían calculado. Si ponemos en orden cronológico estos ‘incidentes’ debemos hablar en primer lugar del ‘asunto caranchoa’ o ‘caranchoagate’.

Protagonista: MrGranBomba, youtuber valenciano con medio millón de suscriptores y aficionado a las bromas con cámara oculta. Incidente: llamar ‘caranchoa’ a un repartidor durante una de sus acciones y recibir como castigo una bofetada del aludido. Consecuencias: denuncias cruzadas de insultado e insultador, visitas a urgencias y a comisaría y cierre del canal en Youtube, o mejor venta, puesto que ha pasado con seguidores incluidos a manos de una marca de gafas de sol.

Apenas un mes después conocíamos a ReSet (aunque un millón largo de seguidores ya sabían bien quién era). De nuevo un vídeo grabado con cámara oculta, con un mendigo como involuntario actor secundario. En este caso, la broma que gastaba respondía a un reto lanzado por los suscriptores del canal, y consistía en proporcionar a esta persona varias galletas rellenas con pasta dentífrica. Tras grabarlo y subir el vídeo, llegaron los reproches por su escasa humanidad y hasta la Justicia ha actuado para aclarar hasta dónde llega su responsabilidad.

La última polémica, de momento, sigue el mismo patrón: youtuber con miles de seguidores (en este caso, el alcance de AbelGarciaTV es más modesto, apenas 15.000 suscripciones tiene su canal), broma con cámara oculta y un damnificado: un repartidor de pizzas atacado con gas pimienta. Aunque la insistencia en el modus operandi hace despertar dudas sobre la verosimilitud de este episodio, el autor material reconoce que es 100% real y argumenta su existencia: lo hizo por la fama.

En ese reconocimiento de su motivación reposa, probablemente, la respuesta a la pregunta con la que encabezamos estas líneas. En esa lucha cada vez más encarnizada por hacerse con una porción del pastel, con todo lo que ello supone, también, en materia de ingresos, los youtubers, al menos muchos de ellos, han hecho suyo y adaptado al siglo XXI el lema olímpico: ‘más rápido, más alto, más fuerte’. En su caso, llevar sus vídeos ‘más lejos’ de lo habitual, puede acarrear consecuencias imprevisibles.

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