Tiempo extra para los contenidos

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Tiempo extra para los contenidos

Existe una concepción un tanto extraña de la inmediatez en Internet. Muchas personas confunden inmediatez de publicación con inmediatez de elaboración de informaciones. Quienes se dedican a generar contenidos saben que una cosa es escribir un post y otra publicarlo. Una vez que está hecho, una vez el autor ha escogido un tema sobre el que hablar, se ha documentado, lo ha redactado, lo ha revisado, ha buscado los materiales gráficos o audiovisuales con que poder ilustrarlo, ha adaptado esos materiales a las exigencias técnicas de Internet, ha ordenado las fuentes que desean enlazar para enriquecer el texto, lo ha volcado en un espacio de administración y ha editado el texto final con sus negritas, sus links, sus materiales adicionales bien integrados… entonces, y solo entonces, está listo para hacer clic, y publicar con inmediatez. O para programarlo y que se publique en el momento que deseemos. Y luego queda la segunda parte: lograr su máxima difusión. Todo un arte que exige toneladas de horas invertidas.

¿Qué tiene esto de inmediato? Nada. A menudo es más laborioso que realizar informaciones de cualquier género para otros medios más tradicionales. Y sin embargo, los contenidos digitales no paran de aumentar, como bien predijo el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, en su autodenominada ley Zukerberg, una suerte de ley de Moore aplicada a los contenidos de Internet. La razón hay que buscarla en la multiplicación de emisores (cualquiera puede publicar) gracias a los avances tecnológicos (no hace falta ser dueño de un periódico para hacerlo). La extensión de los dispositivos móviles cada vez más sofisticados y las cada vez más capacitadas tecnologías de transmisión han hecho el resto. Ubicuidad, más (por ahora) 4G, más necesidad humana de comunicación, igual a incremento exponencial de contenidos vertidos en la Red.

Probablemente, la Internet 2.0 ya habría muerto de éxito si no fuera porque cualquier sistema acaba encontrando la forma de autoorganizarse, autogestionarse e, incluso, autorepararse si llega el caso. Y como bien apunta Jose Olarreaga en su post The blogging tools Big Bang en joseolarreaga.com, para ayudarnos a poner orden en el caos de las publicaciones han nacido herramientas que nos permiten programar posts, compartir contenidos ajenos o enviar tráfico de unas plataformas a otras sin estar a todas horas delante del ordenador. Automáticamente.

Ya está llegando la segunda generación de estas aplicaciones. No solo porque se trate de Saas frente a los viejos plugins, sino porque empiezan a comportarse de forma inteligente. Ya podemos recuperar las toneladas de horas en esfuerzo de difusión y emplearlas en mejorar los contenidos.

Óscar Mena Aparicio
Director general de CULTURATIC

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