Black Mirror y Twitter después de la muerte

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Black Mirror y Twitter después de la muerte

Las barreras entre la ficción y la realidad, entre lo que podría suceder en teoría y lo que realmente sucede, se desdibujan cuando la realidad viaja, gracias a la tecnología, a una velocidad endiablada. ‘La realidad se acerca a la ficción’, nos dicen. Y no. A veces, y cada vez más, la ficción y la realidad son una misma entidad.

Black Mirror es una serie británica, de la que se acaba de emitir el tercer y último episodio de su segunda temporada, con un mismo hilo conductor en cada una de sus entregas, aunque cada historia sea completamente independiente. Ese elemento unificador que le da sentido a la serie habla de la forma en la que la tecnología moldea nuestra sociedad, nuestro comportamiento, nuestras vidas. Cada uno de sus capítulos plantea un futuro más o menos cercano, o una realidad alternativa muy similar a la nuestra, donde esa tecnología es el punto de partida o el apoyo de desconcertantes y asfixiantes tramas.

En su quinta entrega (Be Right Back), nos mostraba un recurso para seguir en contacto con los seres queridos fallecidos. Un programa analizaba el rastro digital que la persona había dejado en vida a través de sus comentarios en redes sociales, de los vídeos compartidos en Youtube o de los cientos de fotografías que circulan por la Red y que muestran su día a día, para, a continuación, asumir su personalidad y ser capaz de tener conversaciones virtuales como si del difunto se tratase. El capítulo derivaba hacia un final que no destripamos y que os invitamos a ver (toda la serie es magnífica), pero lo que más llamaba la atención era ese planteamiento.

Sólo unos días después nos sorprendía (ahora no en le televisión, sino en el mundo real), la aparición de LivesOn, una nueva aplicación de Twitter para escribir después de la muerte. A partir de marzo, nos dicen, podremos seguir alimentando nuestro perfil en esta red incluso después de haber muerto. ¿Macabro? Seguramente. Como en Black Mirror, la inteligencia artificial de una aplicación estudiará el historial de los usuarios para, después, mantenerlo activo con publicaciones y artículos que habrían sido de su interés. De esta forma, ni siquiera la muerte romperá el vínculo, aunque sea virtual, de esa persona con sus amigos y seguidores en la red.

En el capítulo del que hablábamos, la historia avanzaba hacia senderos todavía más sorprendentes. ¿Lo copiará también la realidad?

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