Ramón Álvarez: “Gestión del talento, información y transferencia del conocimiento, claves para la eficiencia de las instituciones culturales”

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Ramón Álvarez: “Gestión del talento, información y transferencia del conocimiento, claves para la eficiencia de las instituciones culturales”

Ramón Álvarez, Gerente de la Fundación de Patrimonio Histórico El gerente de la Fundación de Patrimonio Histórico habla de los retos de cualquier entidad o proyecto cultural que quiera sobrevivir. Desgrana, además, las principales conclusiones de un simposio internacional que se ha celebrado en Valladolid y ha planteado la absoluta necesidad de una gestión cultural rigurosa y medible: “lo contrario es avanzar en arenas movedizas”.

 ¿Cuál es el reto clave de las instituciones culturales en esta época de crisis?

Las instituciones culturales deben hacer un gran esfuerzo de adaptación al medio y el medio en que actualmente nos desenvolvemos nos impele a buscar nuevas fuentes de recursos. En esa búsqueda permanente de recursos es imprescindible contar con las personas, tanto conocer de primera mano qué oferta cultural demanda en realidad el público, como qué función debe cumplir cada uno de los integrantes del equipo humano de nuestra institución. Aunque los bienes culturales estén, en cierto modo, al margen de las leyes económicas que rigen el mercado, en el fondo subyace una autorregulación de oferta y demanda que no podemos pasar por alto si queremos gestionar de manera eficiente.

¿Se puede medir la cultura como bien social y educativo?

Está fuera de toda duda que la escasez de cultura es un campo abonado para toda clase de abusos sociales. No soy economista pero es seguro que la pluralidad de la oferta cultural ha de representar un porcentaje en la calidad educativa y la libertad de una sociedad.

¿Se necesita una visión de la economía aplicada para analizar la eficiencia  y eficacia de las instituciones?

Sí, es necesaria. La aplicación de la ciencia económica a la gestión cultural aporta un rigor del que no se puede prescindir en una institución que pretenda dirigirse con una mínima cota de seriedad. La economía aplicada es lo que hace que no nos dejemos influir por vaguedades sino por datos ciertos, medibles y constatables, sobre los que se puede construir una estrategia de futuro para las instituciones culturales. Lo contrario es pretender avanzar sobre arenas movedizas.

 ¿Hay claves de mejora en las organizaciones públicas respecto a los recursos humanos y a los equipos internos?

Sin duda la gestión por objetivos representa un progreso valioso, que implica el compromiso de cada trabajador en la satisfacción de las necesidades del usuario. En el simposio de la FPH hemos conocido ejemplos de cómo la exigencia en el cumplimiento de la labor de cada integrante de un equipo es fundamental y también hemos conocido cómo la gestión del talento de las personas que lo integran es la clave, la diferencia entre un equipo eficiente y uno ineficiente.

 ¿Cree que la Ley de mecenazgo en España es un canto de sirenas y muy difícil de sacar a adelante en este momento, por tratarse de una ley fiscal?

Bueno, en este aspecto, debemos confiar en la intención del gobierno que ha fijado el término de 2013 como fecha tope para que la ley sea una realidad. A partir de esa fecha tendremos algo que decir, pero mientras tanto, sólo nos cabe esperar que la nueva legislación sea eficaz al favorecer a las entidades y personas que respalden la cultura. Efectivamente, puede no ser la panacea, pero todo suma y esperamos que sea una ayuda no desdeñable para muchas instituciones culturales.

¿Qué conclusiones destacaría del simposio internacional sobre evaluación de eficiencia en las IICC? ¿Y aplicadas a Castilla y León?

En primer lugar, creo que la medición de la eficiencia de las instituciones culturales constituye un reto analítico importante pero ineludible. La crisis económica y la responsabilidad social obligan a pedir racionalidad y eficiencia en la gestión de los recursos de cualquier institución y también de las culturales. La gestión es la clave y quien no sea eficiente debe dejar paso.

Lo principal es la reflexión previa sobre los objetivos. El conocimiento que reside en las personas es el factor fundamental en el logro de la eficiencia: conformar equipos de alto rendimiento intelectual y, después, colaborar con otras instituciones para que ese conocimiento se expanda, algo esencial, sobre todo en épocas de escasez. Y, por supuesto, la información, la trasmisión del conocimiento y las nuevas tecnologías que se han desarrollado en este terreno han supuesto el gran salto cualitativo en los últimos años.

La otra baza es integrar al usuario, que es para quién se trabaja y dejarse orientar por el receptor. Esto transforma la manera de trabajar y revierte en la financiación. Hay que crear un nuevo modelo de gestión que parta de la sociedad, ya sea público, privado o mixto, pero que defienda el interés público y del público. Para eso, la clave es el producto, aplicar el criterio básico de calidad empresarial al sector de la cultura.

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