II Redlato: capítulo 7

0
Compartir

II Redlato: capítulo 7

“¿Y cómo va a hacerlo? ¿Conoce a alguna madre que quiera desprenderse de su hijo?

“Puedo ayudarle a aliviar su dolor pero no puedo hacer lo mismo con su curiosidad”— Contestó Proaza. “Ahora toca descansar. Después de la suerte que he tenido hoy no quisiera que nada me la estropeara. Le espero mañana a las ocho de la mañana en el Café del Norte de la Plaza Mayor. Tenemos que concretar cuánto estaría dispuesto a pagar y cuándo sería la entrega”.

“En mi opinión deberíamos tratar los asuntos del encargo en un sitio privado, no público. No quiero arriesgarme ni lo más mínimo y me imagino que usted también querrá ser discreto. Mi casa está llena de gente y no estaríamos solos ni un minuto. ¿Qué le parece si quedamos en la suya?

“Bueno… Creo que tiene razón, un sitio público puede traernos grandes riesgos. Pásese por mi casa mañana a las nueve de la noche. –Proaza saca un bolígrafo y un papel del bolso del pantalón, escribe una dirección y le entrega la nota al licenciado-.

“Muchas gracias. No sabe cuánto me ha ayudado. Hoy dormiré mejor que nunca.”- dijo el licenciado.

“Antes de que nos vayamos me gustaría saber cuál es su nombre. No acostumbro a hacer favores a desconocidos.”

“Perdóneme doctor, no suelo ser tan descortés. Mi nombre es Arturo Blanco”.

“Un placer, -contestó el doctor Proaza. Ahora ya podemos irnos”.

Mientras Arturo caminaba por las oscuras calles vallisoletanas hasta llegar a su hogar una voz familiar le recordó lo que estaba haciendo.

Guzmán había esperado hasta el final de la partida en un callejón para poder hablar con Arturo y ahora quería saber si su trampa había funcionado.

“Buenas noches Arturo. -Le dijo con voz amistosa. Espero que el plan haya salido bien”.

“Buenas noches amigo Guzmán. La verdad es que no pudo haber salido mejor: el pez ha picado el anzuelo hasta el fondo”.

Related Posts

Los comentarios están deshabitados