II Redlato: capítulo 9

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II Redlato: capítulo 9

La inocente Isabel se había pasado días enteros completando el árbol genealógico de nuestra familia y había logrado recopilar documentación que podía aportar luz a la investigación que yo mismo había puesto en marcha.

En ese mismo momento me bajé del autobús y me dirigí a la Biblioteca de la Facultad de Medicina para conocer qué prácticas se solían llevar a cabo por aquel entonces, años en los que había nacido Cervantes y Don Juan de Austria, y también para intentar buscar algún dato que pudiera relacionar con el doctor Proaza.

Cogí un pesado libro de aquellas estanterías enormes y comencé a leer…

Hasta el siglo XVI la práctica de la anatomía había estado poco menos que prohibida por la Iglesia y por el pueblo en general, pues suponía como profanar los cuerpos de los muertos. Justo en estos años se extendió por toda Europa la fama del médico francés Andrés Vesalio, anatomista flamenco y autor de uno de los libros más influyentes sobre anatomía humana, “De humani corporis fabrica” (Sobre la estructura del cuerpo humano). Pero lo que más me impactó de lo que averigüé es que este médico basaba sus estudios anatómicos en la observación directa, por lo que es considerado el fundador de la anatomía moderna.

En 1548 el doctor Alfonso Rodríguez de Guevara regresa a España, tras haber cursado estudios de anatomía en Italia, y consigue que se inaugure la Cátedra de Anatomía en la Universidad de Valladolid, primera cátedra de anatomía de España. Por aquel entonces Proaza era un joven curioso de 22 años que estaba muy interesado por la anatomía humana y, por eso, comenzará a asistir a sus clases. Ese mismo año es precisamente cuando desaparece el hijo de Catalina y Guzmán.

Todos los datos que iba descubriendo me iban encaminando a una sola dirección: la muerte de ese niño a manos de Proaza no podía ser natural.

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