Redlato: capítulo 9

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Redlato: capítulo 9

El capítulo 9 del Redlato está publicado ya. Aquí os dejamos el fragmento elegido:

El buen Durruti, viéndose acorralado, pese a la plácida vida que había tenido hasta ese momento, se dejó llevar por el instinto y tornó en bestia enfurecida. Babeaba espuma, gruñía y enseñaba los colmillos, promesa segura de falanges cercenadas.

—Ven aquí, bonito —decía Pascual con una falsa sonrisa mientras agitaba el cuchillo.

—Aquí, aquí, cerdito —rebatía Sor Genoveva desde el otro extremo del claustro ofreciendo al animal una hogaza de pan, vianda por la que en aquellos tiempos azarosos más de uno hubiera matado.

El animal trotó hasta situarse detrás de Martín, su único amigo. Las miradas se clavaron en el mecánico. El cerco se estrechaba.

—¡Tía Eugenia! —exclamó el hombre en un desesperado intento por hallar una salida.

La religiosa desvió la mirada. La tentación de la carne era demasiado poderosa. Como decían las novicias en los escasos momentos de asueto de que disponían, una puede pasar sin catar hombre, pero no…El metro y medio de la Madre Superiora tembló de rabia. Sus labios se fruncieron hasta convertirse en una delgada línea.

—Antes es Dios que todos los santos —resopló.

Durruti, animal listo como pocos, viendo el cariz que tomaban los acontecimientos, decidió vender caras sus carnes. Con un berrido furioso cargó contra las monjas, derribando a quienes se interpusieron en su camino, y escapó por el portón que Pascual había dejado abierto. Martín, un tanto aturdido, siguió el pasillo que había abierto el animal antes de que se cerrara.

Así, a la zaga del gorrino, perseguido de cerca por Pascual y la Madre Superiora, y un poco más lejos por una sofocada Sor Genoneva, cuyas carnes botaban a cada zancada, emprendió el padre de Pirelli su fuga calle Arca Real adelante. El cielo clareaba.

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