Redlato: capítulo 30

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Redlato: capítulo 30

A Durruti le quedan tres capítulos. El número 30 ya está colgado en el blog. Es el siguiente:

El jefe de la Policía Municipal era un hombre de principios. Sus recias maneras no hacían pensar al verle que sus sentimientos pudieran llevarle en alguna ocasión a la benevolencia, la compasión o quizás al perdón. ¡Las ordenanzas son para cumplirlas!, solía decir a sus subordinados.

En aquella ocasión, cuando el grupo -cerdo incluido- hizo su aparición en las dependencias municipales, se escuchaban tremendas voces y exabruptos provenientes de su despacho, que pusieron a todos los presentes en la pista de lo que estaba ocurriendo. En aquel momento se abrió la puerta con violencia y, como despedido por una fuerza huracanada, Albino Domínguez, policía municipal nº 109, salió acompañado de un ¡¡¡Y NO QUIERO VOLVER A VERLO POR AQUÍ SIN EL UNIFORME EN PERFECTAS CONDICIONES DE REVISTA!!!

Acto seguido apareció el jefe. Su cara se ocultaba parcialmente detrás de un enorme bigotón que lucía con orgullo, al igual que su padre y su abuelo en el álbum familiar. Ellos también fueron policías y a mucha honra. El ceño fruncido imprimía más firmeza a su rostro y a sus palabras. ¡Es intolerable! Un miembro de este insigne cuerpo municipal, con la camisa llena de lámparas de aceite. ¡Intolerable! No se puede permitir. ¡Vaya un ejemplo!

Los recién llegados, estupefactos ante el espectáculo que acababan de presenciar, no podían disimular el espanto que tenían en sus cuerpos. Los que abrieron la boca al principio eran incapaces de modificar el gesto. Se miraban unos a otros sin mediar palabra, pero intuían que allí las cosas se podrían complicar un poco.

Efectivamente, el jefe, después de soltar su diatriba, reparó en la presencia del grupo que además de por el olor, se hacía notar por su aspecto descuidado y sucio.

¡Y no había visto al cerdo!

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