Vendiendo cine

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Vendiendo cine

Las primeras semanas de cada año la industria del cine entra en una carrera contrarreloj para repartir(se) docenas de premios a las mejores películas del curso precedente que encuentra en los Óscar su punto culminante. Lograr una candidatura a ellos -no digamos ya un premio- a estos premios suponen un espaldarazo económico lo suficientemente importante como para que distribuidores y productores pongan en funcionamiento todos los recursos necesarios para ello. Una buena promoción de marketing no solo arrastra al público al cine. También dota a los títulos de una visibilidad que, a la hora de captar candidaturas, resulta verdaderamente importante.

En los Estados Unidos existen verdaderos especialistas en esto de ‘vender’ largometrajes a los espectadores, a los críticos y a los mismos profesionales responsables de nominar y premiar a las cintas. Ahí están, por ejemplo, los hermanos Weinstein, que primero en Miramax y ahora con su propia compañía han demostrado ser maestros en promocionar películas aparentemente modestas y lograr docenas de premios y taquillas desorbitadas con ellas. Ya lo lograron hace años con Shakespeare in Love, que derrotó en la gala de los premios de Hollywood al Steven Spielberg de Salvar al soldado Ryan. Este mismo año han repetido -o casi- con la comedia romántica El lado bueno de las cosas. Con ocho nominaciones y un buen puñado de premios para su actriz protagonista (Jennifer Lawrence), se han anotado un nuevo tanto en una carrera que ya cuenta con muchos y sonados éxitos.

Más allá del prestigio de los premios en sí, el anuncio de candidaturas para unos premios como los Óscar proporcionan resultados económicos inmediatos. El lado bueno de las cosas, por ejemplo, aumentó su recaudación en 8 millones de dólares el fin de semana posterior a las nominaciones. Una cifra que corresponde al 25% de su recaudación total en Estados Unidos. También una película minoritaria como Amor, de Michael Haneke, candidata a varias estatuillas, logró un tercio de su recaudación en aquel país en los días posteriores a ese anuncio.

Si nos ceñimos a lo que sucede en España y a los premios más relevante de su cine, los Goya, podríamos encontrar una equivalencia, aunque a mucha menor escala. Existen casos en los que numerosas candidaturas y -sobre todo- premios han servido para multiplicar las recaudaciones de las películas (El bola, Tesis, La soledad…) Pero, por lo general, la carrera comercial de los títulos tras su paso victorioso por estos premios no es tan fulgurante que en el caso del cine norteamericano. En unos días comprobaremos qué resultado consigue en la taquilla la triunfadora del cine español del pasado año. ¿Romperá sus datos Blancanieves?

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