La evolución del conocimiento en la era digital (II)

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La evolución del conocimiento en la era digital (II)

Con la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación la sociedad ha asistido a una transformación radical en el método de concebir la enseñanza tradicional. Se ha evolucionado de un método de aprendizaje de asimilación de conocimientos lineal a uno estructural: la gente ya no aprende a través de los libros, sino a través de la pantalla del ordenador. Hemos hablado con libreros, estudiantes universitarios, profesores y un experto en comunicación para perfilar un poco mejor la situación actual del internauta ante esta metamorfosis del aprendizaje.

Uno de los temas que más preocupan dentro de esta evolución es el futuro del libro como soporte de papel, tal y como siempre lo hemos conocido. Plataformas de lectura online, archivos en formato PDF o programas P2P que facilitan el intercambio de información a velocidades y niveles nunca antes concebidos son solo algunos de los principales actores implicados en esta revolucionaria metamorfosis digital. 

En esta brutal irrupción de lo digital en uno de los ámbitos más arraigados de la cotidianeidad social como es la lectura de un libro nadie puede quedar indiferente. Existe quien defiende a capa y espada esta nueva forma de adquirir conocimientos, con la imprescindible aportación de una conexión a la Red (cuanto más rápida, mejor) y un dispositivo electrónico que traduzca ese proceso electrónico a una pantalla más o menos grande, para facilitar la lectura del libro ya “digitalizado”.

Uno de los máximos incondicionales de este cambio es el experto en comunicación Enrique Dans, para quien el proceso es sumamente ventajoso a nivel práctico, docente e incluso económico: “El papel ha sido durante años el método más económico de transmitir conocimiento, pero a día de hoy ha sido sustituido por el método electrónico”. Para Dans “el formato no importa si no se aprovechan las características ventajosas de la Red”. 

Este punto de vista, si bien está muy extendido entre los eruditos y profesionales más conectados con la aldea global, tarda más en echar sus raíces entre aquéllos más vinculados a lo que siempre ha sido una producción en formato papel de un libro, un periódico o una revista. El presidente del gremio de libreros de Castilla y León, Felipe Carlos Martínez Prieto, se lamenta de que “el soporte provoca cambios desagradables, el libro que siempre fue y es receptáculo de conocimiento dejará de serlo en beneficio de un nuevo sistema en el que solo hay que saber darle a una tecla”.
Con todo, Martínez Prieto no deja de ver un paralelismo claro y evidente en la pugna entre libro impreso y digital con la que ha estado desarrollándose los últimos siglos entre los manuscritos y el propio impreso, con una pequeña diferencia en la que reconoce una virtud de las TIC: “El debate entre el libro manuscrito y el libro impreso es exactamente el mismo que entre el libro impreso y el libro digital, aunque este último se ha desarrollado con mayor rapidez”.
Wikipedia vs. Enciclopedia Británica
Para el homólogo de Martínez Prieto en Madrid, Fernando Contreras, la principal lacra sigue siendo la fiabilidad del contenido volcado en la Red: “El libro impreso se ve afectado por el digital con una importante merma de la calidad, debido a la falta de control o revisiones de expertos y auténticos versados en las materias tratadas”.
Frente a esto, Dans cita en su libro Todo va a cambiar (2010, Ed. Deusto, p. 29) un estudio de la revista Nature en el que, tras comparar la Wikipedia y la Encyclopædia Britannica llegaron a contabilizar cuatro fallos de media en los artículos de la Wikipedia escogidos aleatoriamente, mientras que los de la Encyclopædia Britannica ascendían a tres fallos de media. Dans también señala que los ocho errores anotados como ‘serios’ se distribuían a partes iguales entre ambas enciclopedias, con lo que afirma: “Considerando que Britannica mantiene un consejo editorial de expertos que escriben y revisan los artículos, mientras que Wikipedia somos cualquiera de nosotros, el resultado es para echarse a pensar”. No obstante, Dans se cuida mucho de poner en tela de juicio el esfuerzo de los editores de la Encyclopædia Britannica, y concluye que, para él, “el trabajo de la inteligencia distribuida es completamente insuperable”.
Optimismo en el libro impreso
Pese a que los principales detractores del libro digital, como Contreras, se muestren pesimistas respecto al futuro del libro impreso (“es probable que a la larga se termine comprando cada vez menos el libro impreso”), los estudiantes universitarios aún conservan la fe en la supervivencia de los volúmenes hechos de papel. Es el caso de Víctor Rivero, estudiante de periodismo, convencido de que “el libro digital es solo una moda” ya que “es muy difícil leerlo”. También Esther Atienza, licenciada en psicopedagogía, afirma sin dudas que “el libro impreso va a seguir existiendo” y añade que “es muy importante que los niños conserven el libro de papel, sobre todo por el tema económico, dado que muchos no pueden permitirse un e-book”.
Encarna Sandonís, estudiante de periodismo, admite que “hay un antes y un después entre ir a la biblioteca y tener un libro al alcance de la mano”, pero se muestra mucho más optimista con respecto al futuro del libro impreso: “Es mucho más romántico. No va a desaparecer nunca, la mentalidad de la gente no va a cambiar”. Sandonís también opina que el eBook “no está teniendo tanto éxito como se cree. No todo el mundo tiene Tablet PC o dispositivos de lectura de libros digitales”. El librero de Madrid termina por conceder cierta esperanza a su principal elemento de trabajo: “Quizá la única motivación del lector del futuro sea el encanto añejo de tener un volumen hecho de papel en sus manos o en las estanterías de su casa”.

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