Otra visión del canal

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Otra visión del canal

Que la industria cultural está patas arriba es una realidad innegable. Incluso sería más exacto decir que, desde la extensión de Internet hace apenas tres décadas, se defiende como gato panza arriba para preservar las viejas estructuras que permitían tener bajo control (casi) todo el proceso de producción y distribución. Hasta entonces, solo la llegada de determinados dispositivos tecnológicos, como fotocopiadoras, habían introducido una distorsión mínima en la cadena. Pero, ¡ay!, los protocolos TCP/IP…

Ahora, con la segunda gran ola disruptiva de las TIC, la de las tecnologías 4G y los dispositivos móviles, se da un escenario inédito. Tanto, que los papeles entre los distintos actores, esos que estaban tan claros hace 30 años como sus modelos de negocio, cambian de la noche a la mañana. Ya hemos tratado alguna vez el hecho de que antiguos fabricantes de dispositivos se estén dedicando a los contenidos (por ejemplo, Nokia y la realidad virtual), o que antiguos creadores de software se metieran al negocio de la telefonía móvil (no hacer falta decir nombres, ¿verdad?). Hoy nos centraremos en un elemento de la cadena del negocio digital muy específica: la que queda justo en medio del creador/editor de contenidos y el destinatario final: buscadores y grandes compañías de telecomunicaciones.

Existe una propuesta de Pedro J. Canut Zazurca, especialista derecho de Internet internacional, tan motivadora como inquietante. Él defiende que tanto los buscadores como las grandes teleoperadoras forman parte de la cadena de valor en la industria de los contenidos, y que por tanto deberían estar integrados en ella hasta el punto de convertirse en el vehículo del cobro por cada descarga. Se basa para ello en dos premisas: una, que es posible conocer con exactitud qué obras se ‘bajan’ los usuarios, desde dónde y cuántas veces; otra, que el quid de la cuestión con el asunto de la propiedad intelectual no está tanto en el reconocimiento de la autoría de la obra cuanto en la remuneración por copia privada.

¿Cuál es el espacio de la industria cultural en ese escenario? Para Canut, entender que buscadores y ‘telecos’ son los grandes beneficiarios del tráfico de contenidos. Y esta propuesta es motivadora, pero también inquietante: sabemos que los algoritmos de los buscadores no son inocentes. Pero, ¿qué ocurre con operadoras que, de entrada, son transmisores privados? ¿Y con el conocimiento que se deriva de saber exactamente quién se ha descargado qué para luego poder cobrárselo?

Óscar Mena Aparicio
Director General de CULTURATIC

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