El “copia-pega” se extiende en Twitter

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El “copia-pega” se extiende en Twitter

Una de las formas de plagio más comunes dentro del mundo de las redes sociales es no citar las fuentes de donde se extrae la información. Se dice que en tiempo de crisis la imaginación produce sus mejores efectos, pero no siempre ocurre así. Ser originales, creativos y diferentes no resulta tarea sencilla. Y menos en el mundo web donde, supuestamente, está todo –o casi todo– inventado y publicado.

Desde 2006, año en el que se creó Twitter, lo que prima en el entorno de las redes sociales es el famoso “copia-pega” y el “me lo que quedo”. Hacer pasar contenidos ajenos como propios sin la necesidad de citar la fuente, el verdadero autor de la información. Cada día salen más casos a la luz de plagios en redes sociales. Una cuestión difícil de abordar debido al desconocimiento por parte de los usuarios respecto al tema de los derechos de la propiedad intelectual, mucho menor incluso cuando se hace referencia a Twitter. La propia herramienta no muestra ninguna política respecto de las copias de los mensajes y la protección de la propiedad intelectual de los usuarios.

La Real Academia Española define plagiar como copiar en lo sustancial obras ajenas, dándolas como propias. Con esta definición en la mano se puede considerar plagio la atribución total o parcial de cualquier contenido ajeno.

La red del pajarito es una de las más conocidas y usadas por millones de usuarios. En España la cifra ronda los cinco millones. Un espacio donde poder publicar imágenes, vídeos y contenidos cada vez más originales y creativos para que estos los vean y compartan cientos de personas. El problema radica en que hay mucho “pájaro” suelto por Twitter. Cuentas de usuario que en vez de darle un poco al coco prefieren sacar las tijeras y el pegamento y adueñarse de algo que no es suyo.

Copiar y pegar no es malo, no es delito, siempre y cuando se tenga la deferencia de citar la fuente de donde se ha obtenido dicha información. En Twitter es tan sencillo como hacer un retweet (RT) o incluir al final del comentario la expresión “vía @nombredelusuario”.

Esta simple praxis es una odisea para muchos usuarios. Es más sencillo, e incluso regocijante, atribuirse méritos que no se corresponden en vez de aplaudir y reconocer el (buen) trabajo de otros.

Para reflejar la cuestión del plagio en Twitter es necesario algo tan simple como sentarse un rato delante de la pantalla del ordenador e indagar un poco por las inmensidades de esta red. Dos ejemplos, más o menos recientes, son los acontecidos con el periodista de El Norte de Castilla Arturo Posada y el portal deportivo Blanquivioletas.

El primer caso data del pasado 19 de abril cuando el periodista subió a su cuenta personal de Twitter un recorte del periódico The Guardian (citado en el tweet) haciendo referencia a la internacionalidad de la Semana Santa de Zamora. Instantes después otro usuario publicó en su perfil exactamente la misma información.

En el segundo de los casos la disyuntiva vino entre dos portales relacionados con el mundo del deporte, y más concretamente con el Real Valladolid, el pasado 28 de mayo. La web Blanquivioletas publicó un artículo relacionado con la posible salida de dos canteranos del club. Horas después esa misma información fue expuesta, sin citar la fuente originaria, en otro espacio informativo.

Aunque a simple vista no citar a la fuente, aunque sea en Twitter, parezca irrelevante, en realidad no lo es. Es una forma de plagio, la más común en el entorno de las redes sociales.

Parafraseando al profesor de Sistemas de Información Enrique Dans, el problema de copiar es que te pillen, y además, que te pillen de manera rigurosamente demostrable (como en cualquier otro delito). En ambos casos los autores de sendas informaciones cazaron a los “ladrones” y así se lo hicieron saber.

Ante la evidencia de que se habían apropiado de algo que no les correspondía no les quedó más remedio que pedir disculpas públicamente. Rectificar es de sabios, no pasa nada por reconocer los errores cometidos, todo lo contrario. No hacerlo y quedar como un vulgar caco ante millones de personas es contraproducente para el usuario y su reputación.

Lo que se consigue en la mayoría de los casos de plagio es tirar por tierra el trabajo realizado por todos aquellos que se molestan e invierten su tiempo en documentarse, investigar y crear contenidos atractivos que llamen la atención del resto de la gente.

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