Artistas bajo la máscara

Los caminos del arte son inescrutables, y encontrar sentido al éxito en una actividad que se mueve por impulsos, misión imposible. El próximo artista en despuntar en las casas de subastas o la corriente que moverá a los coleccionistas son incógnitas casi irresolubles a las que solo el tiempo termina por dar respuesta.

Hace unos días nos llamó la atención la historia de Bambi, una anónima artista londinense que ha tomado las calles como enorme sala de exposiciones y que ha visto cómo la cotización de sus obras ha subido como la espuma. Algunos, claro, han visto en ella la versión femenina del más famoso –y desconocido– artista urbano de la capital londinense, Banksy.

Bambi, el sobrenombre que utiliza esta misteriosa creadora, se recrea en la cultura pop en sus obras y su estilo se ha ganado el favor de celebridades de toda condición, dispuestas a desembolsar grandes sumas por ellas. Como en el caso de Banksy, este elemento de misterio acerca de su identidad se convierte en un factor que alimenta su notoriedad y la hace más popular entre el público. Estudiada estrategia de marketing o paradoja espontánea, lo cierto es que el nombre de Bambi y sobre todo las piezas que firma se ha vuelto viral.

La aparición de Bambi, por cierto, nos ha recordado el documental que el propio Banksy dirigió hace unos años y en el que hacía una exposición delirante del estado actual del arte con una historia que jugaba de manera con el espectador, perdido en la confusión de si lo que ve no es más que otro gran engaño de este inclasificable artista.