La polémica llama a la puerta

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La polémica llama a la puerta

Hace unos días hablábamos en nuestros im-perdibles de una provocadora campaña de publicidad que alertaba de las consecuencias del absentismo escolar, y que ha levantado una considerable polémica por el uso (y abuso) de la violencia que propone. Aunque por debajo de la campaña no deje de haber un incontestable factor irónico, lo cierto es que las imágenes, que no desentonarían en una película gore, pueden provocar pesadillas en según quién.

No es esta, claro, la primera vez (ni será la última) en la que se lleva hasta el extremo una idea para provocar una reacción en el espectador y tratar de conseguir así una acción comercial más exitosa. La polémica, el ruido que de manera inevitable acompaña estas campañas, es parte de su éxito pero también fuente de discordia. ¿Es necesario cruzar ciertas barreras para conseguir llamar la atención del destinatario de tu mensaje?

Hace unos meses vimos cómo un anuncio de un fiable automóvil alemán (aunque la pieza, eso sí, era ajena a la propia marca), fantaseaba con la posibilidad de que un coche atropellase a un Adolf Hitler aún niño. ¿Ejercicio de ficción política o atentado contra la infancia? Como en muchos casos, no faltó quien encontró improcedente el vídeo.

El problema, claro, es discriminar cuál es la barrera que, en teoría, no debería cruzarse. ¿Hasta dónde llegan esas líneas rojas? ¿Hay ciertos elementos sagrados que nunca deberían utilizarse? Es complicado determinar todo esto porque, se hable de lo que se hable, aparezca la referencia que aparezca, es bastante probable que alguien se escandalice, lo considere poco apropiado y cargue a través de las redes sociales o de cualquier otro canal contra ello.

Al final, como casi siempre, será el sentido común el que determine hasta dónde estamos dispuestos a llegar y cuál es el nivel de críticas que podemos asumir. Porque éstas terminarán por aparecer.

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Un comentario

  • avatar
    ozú
    26 febrero, 2014

    Algunos dicen que la culpa de todo la tiene «el relativismo» imperante en la sociedad… Yo creo que es importante relativizar, dar un paso atrás, tomarse las cosas con un poco de humor y no a la tremenda. Porque lo contrario nos hace más sosos y aburridos: ¿habéis intentado alguna vez contar un chiste en un entorno en el que tengas que ser políticamente correcto? ¿De qué te ríes entonces? De ti mismo, y en primera persona, porque tampoco podrías meterte con tus características físicas, intelectuales, sexuales, religiosas, para no ofender a colectivos.
    Una sugerencia políticamente muy incorrecta: Ahmed, the dead terrorist, de Jeff Dunham. http://www.youtube.com/watch?v=n3Gv2yhv2N8