25 imágenes por segundo para vender miles de palabras

Entramos en la sala oscura del cine para ver una película pero, antes, es el turno de los imprescindibles tráileres con los que conocemos las novedades que se acercan a las salas. Un movimiento publicitario con el que la industria cinematográfica pretende dejar con los dientes largos a los espectadores con esas píldoras de uno o dos minutos de duración con todas las claves de la película de turno. Unas piezas, también hay que decirlo, que muchas veces son mejores que el propio largometraje del que sirve de avanzadilla. El cine utiliza estas herramientas desde hace décadas y son ya casi un arte más que excede la materia de la que proceden.

Pero esta fórmula del tráiler no se limita únicamente al cine. Desde hace unos años, otra industria de raíces culturales utiliza también este recurso con idénticos objetivos de atraer el interés del público. Los tráileres de libros, improbables mecanismos de publicidad, se han convertido en recursos más que habituales por las editoriales, que elaboran piezas audiovisuales para anunciar las obras que están a punto de salir al mercado. Si bien, ya decimos, no es algo nuevo, nos resulta curioso cómo el mundo del libro asume como propias ideas que, en principio, no encajan con su propuesta. Será el efecto transmedia o será que es cierto lo de que una imagen vale más que mil palabras, pero lo cierto es que la fórmula está cada vez más extendida. El cómic lo tiene más fácil a la hora de verter en imágenes una historia que se quiere transmitir, ahí están las viñetas para conducir al futuro lector a través de estas breves audiovisuales.

Lo mejor para saber de lo que estamos hablando, claro, son unos ejemplos.