Juan Luis de las Rivas Sanz: "El ciudadano debe luchar por encontrar su voz"

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Juan Luis de las Rivas Sanz: "El ciudadano debe luchar por encontrar su voz"

El arquitecto Juan Luis de las Rivas nos explica las claves de la smart city, un movimiento que se originó en EE. UU. liderado por un grupo de empresas como respuesta a la necesidad de un desarrollo sostenible (Smart Growth). Para el director del Departamento de Urbanismo y Representación de la Universidad de Valladolid decir «ciudad inteligente» es lo mismo que hablar de un proyecto de futuro para las ciudad y los ciudadanos. El objetivo imprescindible es la calidad de vida de los habitantes, sea más o menos inteligente la ciudad. Valladolid no tiene la mejor nota en nada, pero tiene la mejor media, “igual que jugadores como Xabi Alonso”. Sin embargo, el desafío reside en destacar en algo, y ese aspecto lo puede aporta la creatividad de las personas.

¿Sabemos los ciudadanos qué es una smart city? ¿Cómo la definiría?

Smart city -que significa ciudad inteligente, aunque smart se traduce mejor como elegante, vivo, agudo…- es un proyecto liderado por algunas importantes empresas proveedoras de servicios tecnológicos (TIC’s) que han conseguido aglutinar a gestores de importantes ciudades en la búsqueda de mejoras de las urbes, en particular de sus infraestructuras, a la vez que se les ofrecen mejoras de gestión integradas en ámbitos muy diversos, desde el transporte y la energía a la gestión administrativa, una gestión de servicios más eficiente y con relaciones más directas con los usuarios, eso que se denomina e-gobierno.

Si el concepto de crecimiento sostenible es clave para entender este movimiento, ¿cree que Valladolid cumple con este criterio?

Estrictamente el movimiento smart city se apoya en los principios de mejora de la sostenibilidad urbana de manera muy vaga, más en el terreno de la eficiencia energética, de la gestión, que en lo estrictamente relacionado con el medio ambiente, como la eliminación de emisiones o en la responsabilidad social hacia los recursos dsiponibles o el consumo. Tampoco incide en la cohesión social, en la mejor distribución de la riqueza, salvo desde ideas muy generales sobre participación o facilitar el acceso a los servicios. Valladolid es una ciudad de cierto tamaño que se caracteriza por una gran homogeneidad en sus indicadores que están utilizando desde el movimiento smart cities, con tendencia a un aprobado alto y una media coherente.

¿Cuál sería el reto de nuestra ciudad para crecer como ciudad inteligente?

Cualquier proyecto de los que se proponen desde smart cities tiene costes. Pagan los ciudadanos. Es verdad que la mejora de la gestión es posible y que las nuevas tecnologías pueden permitir ahorros importantes, sobre todo en el campo de la energía, en los ajustes en los consumos de agua, en reducción de residuos y emisiones de CO2, en ahorro en iluminación… pero son necesarios otro tipo de cambios, como un urbanismo que favorezca el transporte público, que lo haga más atractivo, o una ciudad donde la tolerancia esté en el centro de la vida social. La tecnología es sólo un factor del cambio que necesitamos, que en mi opinión debería estar más en los ámbitos de la cultura cotidiana y de una educación más exigente. Podemos ahorrar energía y perder creatividad como sociedad. El capital humano de una ciudad es su principal recurso. La inteligencia colectiva no es más que la suma de la inteligencia de muchas personas en una marco social abierto, dialogante y con esperanza en el futuro. No es un problema sólo de la administración o de las empresa, sino del modelo de sociedad al que aspiramos colectivamente. Es aquí donde hay que aplicar la inteligencia, la ciencia, el saber colectivo.

Hay voces que dicen: «Todo para el ciudadano, pero sin el ciudadano». ¿Cree que se está tejiendo el desarrollo de las smart cities a espaldas del ciudadano? 

La smart city no es un proyecto que piensa, en primer lugar, en el ciudadano. Es un proyecto que piensa en una gran transformación del espacio físico urbano y de sus infraestructuras. Tampoco es un plan oculto. Es un campo de negocio que puede beneficiar a la ciudad y al ciudadano o no, depende de otros factores, como ya he indicado.

¿De qué tiene que ser consciente un habitante de una ciudad inteligente?

Un habitante de una ciudad debe ser ciudadano, buscar una posición concreta en la sociedad y defender sus intereses legítimos, debe tener voz, debe luchar por encontrar su voz. A la vez debe ser responsable, evitar la mentira, los clichés, los lugares comunes, debe formarse en la medida de lo posible, ser maduro. Sin formación no existe una opinión responsable. No vale con votar cada cuatro años. El tercer sector debe crecer, debe impulsarse desde la colaboración entre ciudadanos y empresas locales. Pero la inteligencia no sólo une, también separa. Si no hay solidaridad, responsabilidades compartidas, la inteligencia puede ser un factor de exclusión. Nadie es un borrego, ni debe comportarse como tal. Desde este marco cada proyecto debe ser planteado en la ciudad con transparencia, con claridad, no hay que temer al debate ni convertirlo en un ataque sin respeto. Evaluemos uno a uno los proyectos de la ciudad inteligente, y ojalá alcancemos mejoras concretas.

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