La evolución del conocimiento en la era digital (y III)

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La evolución del conocimiento en la era digital (y III)

Con la irrupción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación la sociedad ha asistido a una transformación radical en el método de concebir la enseñanza tradicional. Se ha evolucionado de un método de aprendizaje de asimilación de conocimientos lineal a uno estructural: la gente ya no aprende a través de los libros, sino a través de la pantalla del ordenador. Hemos hablado con libreros, estudiantes universitarios, profesores y un experto en comunicación para perfilar un poco mejor la situación actual del internauta ante esta metamorfosis del aprendizaje.


Uno de los procesos psicológicos imprescindibles en la formación de la personalidad en el periodo del aprendizaje es el crear una red, un entramado de relaciones (más o menos cercanas) que conformen distintos círculos sociales que rodeen al entorno de la persona. Familia, amigos, pareja, compañeros de trabajo… todos ellos son elementos imprescindibles de interactividad en la vida cotidiana. Las nuevas herramientas web han tomado el nombre de ‘redes sociales’ hasta el punto de hacernos olvidar que la red social como concepto existe independientemente de la actual proliferación de las plataformas digitales

Con la aparición de esas mismas herramientas se modifica sensiblemente la manera de iniciar las relaciones, de mantenerlas, de desarrollarlas e incluso de terminarlas.

Esta premisa tan socorrida ha sido tratada en numerosos ámbitos de debate, desde tertulias televisivas o de docencia académica hasta ponencias en seminarios sobre la evolución del proceso comunicativo, sobre la psicología del ser humano o incluso en análisis sociopolíticos de toda una generación. El presidente del Gremio Madrileño de Libreros de Viejo, Fernando Contreras, tampoco ha eludido compartir su opinión con nosotros en este tema, y afirma que “el principal problema de las redes es la falta de control en la calidad”.

‘Profesores sociales’

El pionero sistema educativo digital está tan vinculado al proceso de aprendizaje y enseñanza como cabe esperarse de una generación con su perfil (y su generoso espacio de horas diarias) en Tuenti, Facebook, Myspace o (ahora) Google+. Tampoco se quedan atrás los correspondientes profesores de estos usuarios de las redes sociales, muchos de ellos convencidos de que su materia será más digerible para los alumnos si vuelcan los contenidos y las tareas en las redes sociales, o si obligan a los niños a que se manejen en las nuevas dinámicas 2.0. De este modo en las aulas empiezan a desarrollarse unas clases mucho más agradables para los alumnos que aquellas en las que el viejo lápiz y el papel eran la única herramienta de aprendizaje y estudio, en un aula abarrotada con un silencio ominoso solo roto por el monótono dictar del profesor.

Uno de los numerosos casos de ‘profesores sociales’ es Jorge Gozalo, un docente de Mérida que imparte clases de Historia en el Instituto Santa Eulalia de Mérida. Gozalo afirmaba en un reportaje del 20 de febrero de 2011 para el diario Hoy que “conocer el sistema puede ayudar a entender por qué están tan enganchados”. El profesor lleva tres años sirviéndose de la red social Tuenti para colgar información que sea útil a sus alumnos de 1º de Bachillerato, como fechas de exámenes, tareas diarias o contenidos adicionales a los conceptos que han sido previamente explicados en el aula ese mismo día.

Gracias a estos treinta y seis meses de experiencia como docente a través de una red social, Gozalo puede conocer mejor los elementos en contra de una utilización de este tipo de servicio digital para algo tan tradicional como la enseñanza: “Está fuera de la supervisión de los padres […] existe el peligro de que utilicen esta posibilidad como excusa para entrar en la Red”.

Adolescentes en las redes sociales: el debate del siglo XXI

Esther Atienza, recién licenciada en psicopedagogía, mantiene una opinión bien diferente. Para ella “no hay personas que hagan peor uso de una red social que los adolescentes: suplantan identidades, engañan con la edad, organizan quedadas con gente inadecuada, suben fotos e información personal sin ningún tipo de control o criterio…”.

Uno de los proyectos de final de carrera de Atienza consistió en establecer los aspectos más positivos y negativos del uso de las redes sociales a partir de una serie de sesiones de debate con estudiantes de diversificación de 3º de la ESO. Entre los primeros destacaba el carácter económico de este medio de comunicación y la posibilidad de compartir cualquier tipo de contenido multimedia a mayor velocidad y en mejores condiciones, sin olvidar el carácter de interactuación y de relaciones con nuevas amistades, familiares que están lejos, amigos íntimos…

No obstante, también se han observado ciertos aspectos negativos añadidos a las impresiones generales de Atienza: incremento del estrés y los trastornos del sueño, acoso cibernético, adicción descontrolada y pérdida de tiempo e incluso un obstáculo para el desarrollo personal y para la integración social.

Frente a esto, Encarna Sandonis, estudiante de periodismo de 44 años y madre de un estudiante de 4º de ESO está convencida de que las redes sociales hacen mucho bien a su hijo: “Es un chico tímido y retraído, habla más por Tuenti que en clase”. Respecto a los principales problemas a los que aludía Atienza inherentes a este tipo de servicios digitales, Sandonis aplica en la educación de su hijo un término medio basado en un control palpable pero no severo: “Yo le abro las redes sociales a mi hijo, se las controlo como amiga y respetamos la libertad de cada uno. Nunca sube fotos y tiene la privacidad al máximo”.

Otro estudiante de periodismo de la misma clase que Sandonis, Victor Manuel Rivero, de 24 años, comparte una opinión muy distinta sobre las redes sociales. Rivero, un abulense licenciado en Historia y sin perfil alguno en Internet salvo para un blog en el que firma siempre con un pseudónimo con el que es imposible identificarle, tiene asumido que “las redes sociales son frívolas y banales, instrumentos que crean relaciones artificiales y provocan que la gente se encierre cada vez más en sí misma”.

No obstante, Atienza (que sí tiene sus propios perfiles en las redes sociales) admite que la mayor característica positiva de las redes es que “a nivel personal son medios de comunicación entre personas que antes no tenían modo de relacionarse”. Atienza no comparte la idea de que niños pequeños (“hasta quince, dieciséis años”) usen o les permitan usar redes sociales, pero en el caso de que este procedimiento se apruebe considera que “para enseñar se puede usar una red social de modo constructivista; para controlar al alumno y para que éste aprenda a buscar cosas en la Red”.

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