Redlato: capítulo 11

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Redlato: capítulo 11

Vamos con el capítulo 11 del Redlato. Aquí os lo dejamos:

Las palabras del borrachín desconcertaron por un segundo a la Madre Superiora, pero recuperó su entereza e implacable, aunque con tono conciliador, se dirigió de nuevo a su interlocutor.

-Este cerdo acaba de escapar de nuestro convento y si no lo devuelves ahora mismo condenarás tu alma. Tus pecados no te serán perdonados.

El hombre que bien hubiera podido alimentar a su prole de cinco hijos durante todo el invierno con las carnes de Durriti, enseguida comprendió que no había nada que hacer. Nadie osaba, en esos tiempos, enfrentarse a la Iglesia. Así pues, a regañadientes soltó a Durriti y lo mismo hicieron sus compadres.

-Todo suyo hermana- dijo, mientras se santiguaba y hacía una pequeña reverencia.

El marrano no desechó la oportunidad de luchar por su libertad a pesar de estar exhausto y reemprendió su huida. Martín, Pascual y las tres monjas se disponían a salir tras él cuando la providencia pareció hacerle un guiño a Durriti.

En ese instante, apareció el secretario del Obispo que al ver a las religiosas en semejante situación quedó horrorizado. El amanuense no daba crédito a lo que acababan de ver sus ojos: la madre superiora colorada del sofocón y con la falda arremangada enseñando más de lo que el decoro aconsejaba; sor Genoveva sin toca, con su corto cabello rojo ensortijado mojado del sudor y blandiendo una hogaza de pan amenazante y junto a ellas sor virtudes, que parecía no haber dormido en toda la noche y para más Inri estaba acompañada de un muchacho sucio y con apariencia de temer algo. El hombre las miraba de hito en hito sin dar crédito e intentando comprender qué razón había llevado a las hermanas a protagonizar tal estampa.

Las monjas quedaron rezagadas dando explicaciones. Martín y Pascual iban ya en busca de Durruti.

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